Modelo clinico / Observacion y tecnicas - Alfredo Moffatt 1991
El método clínico es: primero la observación, o sea observar el campo, la segunda etapa es entrar, mover cosas, y la tercera etapa es lo que él llamaba "pegar las cosas". Era la famosa clase que dio con un lenguaje esquizofrénico, por lo menos el enunciado.
Mnemotécnicamente es bárbaro, porque permite recordar las tres formas del método clínico. Pichon había encontrado una foto de un viejito agachado, mirando por un agujerito un campo nudista: esa era la observación.Hay un modelo que enseñamos en la Escuela, que es el de Pichon. Yo le ayudaba a preparar las clases y después íbamos a darlas. Recuerdo esa clase famosa del método clínico, que es observar, entrar (o sea, mover) e integrar.
El método clínico es: primero la observación, o sea observar el campo, la segunda etapa es entrar, mover cosas, y la tercera etapa es lo que él llamaba "pegar las cosas". Era la famosa clase que dio con un lenguaje esquizofrénico, por lo menos el enunciado.
Mnemotécnicamente es bárbaro, porque permite recordar las tres formas del método clínico. Pichon había encontrado una foto de un viejito agachado, mirando por un agujerito un campo nudista: esa era la observación. El decía que la primera etapa en todo contacto con un entorno, suceso o sistema, es la observación. Y esto de mirar un campo nudista, tiene que ver con lo que el psicoanálisis llama la escena primaria, la primera vez que fuimos curiosos; la impronta de curiosidad tiene que ver con "qué están haciendo mamá y papá”; es la primer cosa que no está presentada, sino que hay que desocultarla. La primera preocupación del chico es entender bien qué está pasando, es la relación sexual entre los padres. En ese sentido, era un buen ejemplo esta foto del viejito mirando por un agujerito un campo nudista. El primer interés es de tipo sexual, una observación sexual: se llama voyeurismo, eso de meter los ojos en los agujeros.
La segunda etapa él la concretó con lenguaje esquizofrénico, con una llave. Yo le había regalado cuando fui a un Congreso en Córdoba, un termómetro que de tan vulgar, tan horrible, volvía a ser hermoso; era un termómetro espantoso con una llave como de bronce, dorada, horrible, todo de plástico. Él, con esa actitud sádica que tenía, rompió el termómetro, porque necesitaba la llave, y se la colgó con un piolín en el cuello.
En un momento dado, mostraba la foto y explicábamos que el primer paso del método clínico es observar, el segundo es meter la llave y operar, entrar al campo, empezar a mover algunas cosas para poder terminar de ver las partes, y la tercera etapa es la de integrar o pegar. En general, los sistemas se descomponen porque se fragmentan y no actúan como un sistema, sino que están disociados, incomunicados, entonces la tarea terapéutica es volverlo a asociar. Me hizo comprar en la ferretería un pomo de Poxipol, el más grande que había, y entonces, en el momento en que él decía: ”el tercer momento es la integración, pegar las partes” yo tenía que mostrar el Poxipol.
El decía que nadie más en esa clase podía olvidarse de los tres pasos. Estaban concretizados. El viejito es la observación. La llave el operar. El Poxipol, integrar. Enrique tenía un estilo curioso de dar clase.
Una vez, en Psicodrama, quiso mostrar una foto en el pizarrón, y no se le pinchó la foto, metió de nuevo la chinche, esta se dio vueita y se cayó la foto. El estaba entre arrabalero y un poquito en pedo. La miró así, miró a la gente, como los hermanos Marx, creando un clima, agarró otra vez la chinche y otra vez se cayó. Entonces sacó de atrás una sevillana de este tamaño ( era cuchillero de los tiempos de Corrientes ) a diez centímetros de la cara de una de las chicas que estaban sentadas cerca (le gustaba dar esas sorpresas, tenía una cosa como de sadismo, tipo Marqués de Sade), se dio vuelta y clavó la foto en el pizarrón. Creaba un clima, con lo cual vos no te olvidabas nunca de toda la secuencia.
Observación es el primer paso del método clínico que tiene que ver con ver, con observar. El otro tiene que ver con la llave, es operar, introducirse, mover. Para el tercero, estaba el pomo de Poxipol, que lo tuve que sacar y lo mostré, y era la concretización del símbolo, decìa Pichon. El esquizofrénico habla así: en vez de hablar con una simbolización, muestra un objeto que cumple esa función. El Poxipol, es el momento de reparar, pegar las partes, integrar. ¿Cómo se lleva esto a la práctica? La observación es un momento de distancia, donde uno no tiene que operar. No hay que saltearse pasos. Si uno está observando, no tiene que meterse, no tiene que mover nada, sólo observar el campo. Uno de los métodos que él proponía, que es lo que se llama del "observador participante", que viene de la antropología.
Los antropólogos observaron que cuando ellos iban a analizar una tribu, de la Malasia, de Africa, hacían todas las observaciones con cascos, veían una ceremonia y observaban: ”los indios hacen esto, mentalidad primitiva” pero resulta que las conclusiones que sacaban luego no coincidían con lo que testimoniaban los comentadores que pertenecían a la tribu. Así se dieron cuenta de que el observador modifica el campo, porque los indios bailaban de cierta manera si eran vistos por un occidental. Supongamos que un adulto quiere ver cómo juegan los adolescentes, se sienta y observa, luego saca sus conclusiones. Pero resulta que cuando no están los adultos, ellos juegan de otra manera, que es la forma adolescente de jugar, ellos ya lo saben y te dicen: ”Papá, tomátelas, a las l l empezamos la fiesta, no aparezcas hasta las 8 de la mañana”. Y es porque el testigo adulto estropea toda la temática. Especialmente los padres que inhiben la sexualidad y todos los juegos eróticos, porque hay una mirada puesta como si fuera condenatoria. El observador modifica el campo, y esto, en física, ya se entendió como que es imposible que no ocurra. Los antropólogos, yo lo he usado muchas veces inclusive, han buscado formas para modificar lo menos posible, buscando la manera de integrarse dentro del sistema.
En Fiorito, Villa Diamante, hace 25 ó 30 años, hicimos un estudio con un sociólogo, Horacio González; él era estudiante, y quisimos hacer un estudio sobre la villa, pero sin modificar. Cuando van las asistentes sociales, y pregunta la encuestadora, siempre se dice algo para el enemigo, para el que mira de afuera. Si les preguntan : ”¿Ud. que haría con el dinero que le entregarían por salarios atrasados?”, ellos contestan: ” Yo pondría un kiosco”. Y la realidad era que iban a hacer una fiesta para mamarse todos. El comportamiento sería distinto si eso se lo estuviera diciendo a otro de la misma clase social, de la villa. Lo principal para ellos era la alegría.
Si viene uno de afuera es el patroncito, el doctor. Lo que hicimos, como sabíamos que a la gente le gustaba mucho la fotografía, y que había fotógrafos ambulantes de la villa, gente de barrios pobres cercanos, fue ponernos en una casa, e imprimimos unos volantitos que decían: ”Foto Vicente, donde se saca a la gente”. Nos pusimos unos gorritos, y, como en ese momento se usaba el jopo de Elvis Presley, me lo hice. Yo era más delgadito que ahora; íbamos con unos bolsos, un poquito engominados , con un saco viejo y unas propagandas de Foto Vicente. Horacio iba vestido como un croto, y los dos fuimos a sacar fotografías, con lo cual conseguimos observar el lugar desde un rol participante, porque éramos fotógrafos de la villa.
Era un rol que pertenecía al lugar; también hubiéramos podido vender café, por ejemplo. Suponete que querés observar el Congreso de la Nación, entonces entrás con un portafolio, y todos los que están ahí, cuando te ven, enseguida, modifican. Inclusive si hay dos legisladores que están hablando, y alguien se acerca bien vestido, con un portafolio, ellos empiezan a hablar de las necesidades del país. En cambio, si se acerca un cafetero, con pinta de reo, siguen hablando de lo que realmente hablaban. Habíamos pensado en vender café. Para lo cual hay que también arreglarse de cierta manera, y manejar un cierto lenguaje, que yo lo tenía, porque tenía unos tíos camioneros, y a veces los acompañaba en los viajes. Esta es la técnica que se llama de observador participante. Si quieren observar un sistema y no modificarlo, tienen que encontrar un rol que pre-exista en ese sistema; siempre hay un rol intermedio, algo que tiene que ”ver con”, no modifica porque está dentro del sistema; esto, a veces, puede hacerse más o menos espectacular.
Goffman , que es un sociólogo muy importante, se internó en un psiquiátrico( no totalmente, sino que entró como ayudante de gimnasia.. ) y así pudo escribir un libro que se llama ”Internados” donde contó toda la mecánica interna de ese lugar. Estaba dentro de un rol: era ayudante de profesor de gimnasia, y por eso podía entrar en todos lados, y observar de adentro.
Hay que buscar un rol para no modificador del campo, y , si no hay ninguna forma, considerar de qué manera uno está modificando el campo. Para ser observador participante hay que tener una sensibilidad del sistema, conocer la cultura, y meterse. Con Pichon, nos gustaba meternos en el fondo del Borda, más o menos vestidos, como crotos del Hospicio; íbamos allí, tomábamos mate y conversábamos, como si fuéramos una visita. Conseguíamos que tipos que parecían esquizofrénicos ( a él no lo conocían, no sabían que era psiquiatra) y que cumplían el diagnóstico perfectamente en la sala, cuando estaban tomando mate, en el fondo, eran unas luces. Les desaparecía el vocabulario y una cantidad de tramoyas geniales que tenían que ver con la sobrevivencia transgresora dentro de las normas del Hospicio. Quiere decir que la evaluación de salud mental era completamente distinta según si se observaba de cierta manera o no. El psiquiatra siempre lo pone al paciente en una mesa y va registrando lo que dice. Entonces el paciente dice lo que los delincuentes, cuando declaran a la Policía: lo más parecido a nada, porque cualquier cosa puede ser usada en su contra. Todos los delincuentes parecen idiotas. Cuando son interrogados por la autoridad, dicen lo más parecido a nada. Si nosotros queremos analizar el campo como el psiquiatra, obtenemos una observación completamente equivocada.
Primera regla para la observación: no modificar el campo. Segunda regla, si el campo es ansiógeno, verificar lo contratransferencial. Ver qué es lo que me pasa a mí en ese campo, analizar las emociones contratransferenciales. Uno puede ir y lograr no modificar mucho el campo y observar, pero va al Hospicio y no percibe que se le despiertan ansiedades depresivas o paranoides. Si es depresiva, va a observar más que todo las situaciones de depresión y va a proyectar su depresión afuera, creyendo que es de afuera y en realidad es de adentro; va a ver todo negro. Si tiene ansiedades paranoides, va a ver un mundo muy peligroso, se va a concentrar en los pacientes más agresivos y le van a pasar inadvertidos los otros. Luego va a hacer una observación de campo modificada, porque no descuenta la deformación que él hace. Si él analiza su contratransferencia, y dice: ”entré con miedo”, entonces controla eso, como que descuenta esa modificación que hace en su lectura. Exagerando, si una persona es muy alta, va a creer que todos son bajos. Va a decir: ”¡qué barbaridad! los mingitorios los ponen demasiados bajos”, y si uno es muy bajito, va a creer que los ponen muy altos. Depende de la altura desde la que uno percibe.
Hay que ver cada cosa sabiendo qué piantadura tiene uno y descontarla. Es esencial en el psicoanálisis, el análisis de la propia ansiedad frente al paciente, para poder descontar. Esto es más sutil, más complejo, porque, a veces, el miedo que uno siente influye. Suponete que uno entra neutro, uno sabe que no tiene ni miedo, ni depresión, que está bastante bien de salud; y, de pronto, entra a un sector, donde uno empieza a tener miedo: la conversación fue de lo más natural, pero resulta que hay ciertos tics o gestos amenazantes o situaciones subliminales, que indican peligro, que uno los pescó a nivel contratransferencial, o también puede ser que haya mensajes latentes de temor que no sean explicitados. También esto tiene que ver, además con lo que uno puede proyectar, con el material latente. Hay un material del que uno no se dio cuenta. ¿Viste cuando los delincuentes entran a la fábrica que van a afanar?. ”Parece que todo está tranquilo, pero yo estoy inquieto ... ” Es porque percibieron a nivel latente, no consciente, como una cosita rara: había guardias de más…, apenas oyeron un sonido…, hubo algo que los alarmó….
También es útil lo contratransferencial. Si uno está neutro, puede recepcionar lo latente, lo que no viene explicitado. Uno observa desde lo consciente, lo racional. ¿Viste a los que van a hacer un negocio? No están muy convencidos y dicen: ”Vos sabés que hay una cosa que no me gusta, que no se qué es”. Si el tipo no es un paranoico percibió algo que no puede explicitar pero está. Si lo es, le va a pasar con todas las personas, y no va a hacer nunca un negocio, porque él proyecta. Pero hay un momento en que puede haber un material de observación que no es consciente. Es el uso de la contratransferencia. Sobre la observación también podemos decir que no se puede observar sino lo que se conoce. Quiere decir que si hay una situación absolutamente nueva, es probable que no la podamos ver, porque pasa inadvertida al no tener una categoría, y la que registramoscomo confusión, como cosa no entendible, que necesitamos categorizar. En el tiempo de los hippies, había un afiche muy lindo: ”Ud. tiene que esperar lo inesperado, porque puede suceder, y Ud. no lo verá” ¿Se entiende? Si alguien no espera lo inesperado, cuando sucede, no lo puede percibir. Lo percibe como una confusión o no lo registra. Esto indica que cuando uno va a observar un campo completamente nuevo, es probable que, de la primera vez, no entienda un carajo. Le pasa al que por primera vez ingresa al Hospicio y queda impactado porque hay muchos elementos contratransferenciales; entonces, pasa un elefante y no lo ve. Porque no tenía la categoría de elefante. Otra cosa es esto de tener las categorías de lectura, de organización de la percepción. Cuando uno va a un lugar nuevo, hay una gran parte que no ve. En una segunda vuelta, especialmente si alguien se lo indica, lo ve. El papá, cuando va con el nene, lo saca a la calle, le indica lo que es cada cosa, y entonces el nene empieza a tener categorías para ver. Lo que no tenemos palabras para categorizarlo, no lo vemos. Por eso, las primeras experiencias en el sexo o en angustias grandes, las vivimos como muy confusas, casi no las recordamos, porque no las pudimos categorizar. Después sí. Si el campo es muy nuevo, lo que se propone, es tener una atención flotante. Lo que se recomienda al analista, cuando el paciente trae la asociación libre, no es estar buscando algo, porque si lo hace, está prematuramente clasificando. Mantener la atención flotante es como estar distraído ... y ,de pronto, hay algo que emerge del discurso del paciente y se configura; si estuviera muy atento, no percibirías cuando se configura lo importante. Todo sería figura, no emergería nada.
Uno entra tratando de no modificar el campo, supongamos que entramos al Hospicio de familiar, con una bolsa con comida, que se ve bien que es comida, o puede ser fruta. Como los domingos hay gente, existe esa categoría. Si tiene más imaginación, puede ir de paciente, pero es más angustiante, porque habría más contratransferencia. Debe tener el cuidado de saber qué sensaciones no son de él, para lo cual tiene que haber trabajado qué tipo de piantadura tiene. Suponete que uno sabe que es un poco histérico, obsesivo, depresivo, o tiene más bien ansiedades paranoides, entonces uno ya descuenta eso. A ese siempre se le dice en un grupo: "¿Vos siempre ves que hay peligro? ¿Ves siempre lo que falta, lo que se pierde?" Hay que entrar con la actitud ingenua, sin preconceptos, atenta, para ver qué sale ...y de golpe: ¡tac! Uno siempre va a categorizar algo. Si uno va al Hospicio no puede verlo sin tener una perspectiva perceptual, porque tendría que mirar a tantos niveles que no podría. Uno va a ir para ver una hipótesis global, por ejemplo: ”el Hospicio es una mierda y revienta a los pacientes”. Entonces, va a tratar de ver todo lo que tenga que ver con eso, con cómo el Hospicio enferma al paciente. Un empresario diría: ”Acá da todo pérdida, porque los pacientes no hacen nada”, el médico trataría de hacer diagnósticos. Si alguien va con otra actitud, de mucha abstinencia sexual, entra y dice: ”¡Qué lindo aquel loco! ¡Qué lomo!”. (Estoy exagerando un poco). Lo concreto es que no se puede ver nada si uno no tiene una perspectiva previa. Es el viejo caso del poeta, el labrador y el militar que van por el campo. El poeta va a ver la Naturaleza, la puesta de sol. El labrador, observará si hubo o no sequía, ”se está secando el trigo, acá en vez de trigo hubieran sembrado sorgo”. El militar verá que desde esa loma “ponemos una ametralladora y dominamos todo... “
Uno entra en el Hospicio y observa el tipo de hábitat: entra y ve que los ambientes son muy largos, lúgubres, y las camas están puestas en fila. Entra en otro lugar y ve que es más claro, hay plantas, las camas están distintas: ve un aspecto del campo desde el punto de vista físico. Después puede analizar los ritmos horarios, los ciclos. ¿Cómo es el ciclo del día? ¿ A qué hora empieza la actividad? A las 5 de la mañana (a esa hora empiezan a limpiar) hay un espacio vacío. Después vienen los médicos, y está la expectativa de ser inspeccionado, especialmente en los Hospitales Clínicos; más tarde, viene la comida y después hay un largo período donde no hay nadie y el hospital es de los pacientes. Salen, deambulan, joden, se hacen transas, y cuando viene la nochecita, hay que ir a dormir: ese es el ciclo horario. Se ve la forma, si es laberíntico, si no lo es, si es cálido, si hace calor; esto va a ir condicionando las escenografías y los horarios. Puede analizar los roles, qué roles hay. En el Hospicio está el rol de paciente, que se clasifica en varios. El esquizofrénico tiene que hacer cosas de esquizofrénico. AI querulante ( el pleitista) se le permite que se pare en la esquina y putee a Menem. Que diga ” la puta que te parió, entregaste el petróleo. Después está el epiléptico, al que no joden mucho porque hace el ataque, y al que se le permiten otras cosas, como levantarse más tarde. Es un rol. Está clasificado, hay distintos roles, ”aquel es un epiléptico”. Al esquizofrénico se le puede hacer cualquier cosa, porque está autista. Se puede mirar qué roles de paciente hay, los que configuran distintos comportamientos, después el rol de enfermero, luego de psiquiatra
Alumna – Estaba pensando en un interno del Borda, que le prometió a su madre que iba a ser homosexual, hay roles entre ellos...
Alfredo – En la cárcel está muy definido: el que hace de mina, cocina, lava la ropa; además, el capo, el "poronga de la ranchada", si quiere, le presta “el mino” a otro; y si se lo llegan a tocar sin que se lo preste, le arma un quilombo. Está organizado por roles de importancia: cuanto más haya afanado, más pesado es. Están los giles, que están adentro por un crimen pasional o por rateros. A los violetas (los violadores) se los violan como castigo Es una sociedad muy estabilizada, estratificada. Hay un libro de sociología del penalista Elías Neuman, ”La Sociedad Carcelaria” , muy interesante, que muestra cómo se organizan entre los presos una cantidad de roles muy bien prescriptos.
En el Hospicio son más confusos, pero hay. Están, entonces, el espacio- tiempo, y luego estarían los valores . Por ejemplo, en la cárcel se invierten los valores del mundo de la ley: el que más ha transgredido, es el más pesado, es el más prestigioso, ”¿Y vos a cuántos mataste.” ”A diez”. ”Yo, a quince, te cagué”. Un día,cuando estábamos armando la Peña, se armó una discusión entre unos cuantos locos. Discutían sobre la época de Irigoyen ( allí la historia está congeIada), y también discutían sobre si el carbón que traían en unas carretas entraban por la calle Brandsen o por Vieytes. En un momento, Míguez, un interno, le dice a otro: ”Escúcheme, señor, Ud. ¿cuánto hace que está en la Institución?” El otro dice: ”10 años”, y Miguez dice: ”Sepa que yo hace 20 años que estoy acá”. Y se terminó la discusión. Había como un prestigio en la permanencia, igual que en la Municipalidad.
En la Administración Pública el tipo puede ser un imbécil total, pero vale por su antigüedad.
Ser botón en la cárcel, no sirve, (más todavía, está muy castigado) en cambio, ser botón en una Compañía, ser alcahuete, significa poder ascender (esto, visto desde la Empresa, pero visto desde los empleados no es un valor).
La casa deschava la estructura básica de personalidad o de perturbación. Pichon decía que hasta el perro es un indicador: empezaba el diagnóstico familiar por el perro. ¿Viste esos perros histéricos, inaguantables? En cambio, hay perros depresivos, o esquizoides, porque el perro chupa el clima psicológico de la familia. Hay perros que vos entrás y te chumban, y siempre que hay una casa de solteronas, en general , hay una perrita imbancable. En las familias más paranoicas, de militares, por ejemplo, hay animales tipo doberman, que se quedan quietos, ni ladran, sólo te miran. Vos decís: ”¡Qué lindo el perro!”. Te dicen: ”No tenga miedo”. Te movés y el perro te sigue con la mirada... (Risas).
Los mitos se distinguen de los valores porque el mito llena los agujeros más profundos o regresivos. Los valores son las cosas más inmediatas. Una buena observación es la mitad del laburo. Qué hay que hacer en una comunidad, si uno observa suficiente, cae “como una pera madura”; la misma comunidad está indicando los caminos posibles para operar, que tiene que ver con para dónde lo queremos modificar.